EUROPA PRESS
5 septiembre 2014
La pérdida de peso
puede conllevar un mayor riesgo de depresión
La mayoría de anuncios sobre dietas
o programas para perder peso suelen mostrar personas alegres, encantadas de
desprenderse de los kilos de más, pero ahora un nuevo estudio británico ha
visto que quienes consiguen adelgazar mejoran su salud física pero presentan
tasas más elevadas de depresión.
Así se desprende de los resultados de una
investigación del University College
de Londres (Reino Unido) cuyos resultados publica en su último número la
revista 'PLoS One', que
apunta que en realidad la pérdida de peso podría provocar un cambio de humor
diferente al que se pensaba.
"Sabemos que la pérdida de peso es difícil de
lograr o mantener, por lo que nos preguntamos si esto podría explicar en parte
que los efectos psicológicos no fueran del todo positivos", ha reconocido
Jane Wardle, la autora principal del estudio.
Los investigadores utilizaron información de 1.979
hombres y mujeres con sobrepeso y obesas que formaron parte de un estudio
longitudinal sobre envejecimiento en Reino Unido, por lo que todos tenían más
de 50 años.
De este modo, analizaron la altura, peso y perímetro
abdominal de todos los participantes, y se utilizaron una serie de
cuestionarios para evaluar su estado de ánimo. Asimismo, se midió su presión
arterial y nivel de triglicéridos para determinar su riesgo cardiovascular.
Al inicio del estudio ninguno de los participantes
presentaba síntomas de depresión, y como se trataba de un estudio observacional, los investigadores no dieron consejos o
instrucciones a los participantes de cómo perder peso, sino que se limitaron a
contabilizar a quienes mostraron la intención de hacerlo.
Cuatro años más tarde, el 14 por ciento de los
participantes lograron perder al menos el 5 por ciento de su peso corporal
inicial, unas 15 libras de media (6,8 kilos); otro 71 por ciento mantuvo su
peso estable y el 15 por ciento pesaba un 5 por ciento más que antes, con cerca
de 14 libras (6,3 kilos) de media.
La edad media fue mayor en el grupo de los que perdió
peso, y había más hombres y personas de más ingresos en el grupo que ni sumó ni
restó kilos. Asimismo, reconocen los autores, la mayoría de los que perdieron
peso solían pesar más que el resto.
Al medir su bienestar psicológico, vieron como éste
se había deteriorado en los tres grupos, pero los miembros del grupo que
perdieron peso eran un 80 por ciento más propensos a deprimirse que quienes no habían cambiado de talla de ropa.
El estudio no prueba que la pérdida de peso sea la
causante de la depresión, señalan los autores, que de hecho creen que podría
ser este trastorno mental la causa y no la consecuencia de la pérdida de peso.
"Para perder peso una persona tiene que comer
menos de lo que les gusta, y posiblemente menos que la gente que le rodea, y
perder el placer de comer puede ser duro para ellos aunque como compensación
vayan a perder una talla de ropa y tengan mejor salud", ha reconocido esta
experta.